Hoy estaba hablando con uno de mis hermanos y le decía que tenemos que creer. Es un verbo creativo y creador pues está vivo. Cuando crees, se encarnan las ideas que viven dentro de ti, se promueven actos que, a priori, son imposibles… Creer no es poner tu confianza en un ser desconocido: es la confianza en que, si estoy vivo, entonces puedo. Si eso es grande, no te digo nada cuando crees también que hay todo un Dios creador avalando lo que sus hijos preferidos, tú y yo…, podemos hacer.

Y vendrán sesudas disquisiciones sobre la dudosa capacidad de un ser invisible para modificar el mundo. Pero me sorprenden aún más cómo individuos practicantes de un deporte a nivel planetario son capaces de hacer llorar a tíos como trinquetes por decir que juegan o dejan de jugar… Y, entonces, me doy cuenta de lo cerca que estoy del milagro. Donde ponemos nuestra confianza, nacen flores;

Y yo os propongo a todos: cantad. Llenad vuestros pulmones, vuestras gargantas de vibrante alegría, de sólidos graves, fluidos agudos… Matad esta agonía en la que vivimos y resucitad las canciones que aúnan corazones y pueblos. No permitáis que el silencio que imponen las mascarillas y los tanatorios llenen vuestro corazón.

Cantad. Como cantan los grillos. Ellos no saben qué está pasando. Pero cantan a la luna, sea nueva o luna llena.